Os traemos al fin una de las muchas rutas que hicimos estas navidades. En este caso se trata del parque natural del Cañón del Río Lobos, y recorre el Cañón desde el puente de los siete ojos hasta Hontoria, señalizado con marcas amarillas y blancas como «Senda del Río», para después tomar la antigua senda entre Espeja de San Marcelino y Hontoria del Pinar, señalizada con marcas verdes. Son un total de 21 kilómetros.
No tiene pérdida, el único tramo un poco más confuso puede ser al llegar al entorno de Hontoria para hacer la conexión entre las dos rutas, por lo que recomendamos entrar en el pueblo siguiendo de frente las líneas blancas y amarillas hasta que en una calle te obligan a ir a izquierda o derecha. Ahí ya comienzan las líneas verdes de la ruta entre Hontoria y Espeja, tomando la calle a la izquierda.
Es una zona del parque natural bastante menos transitada que la zona sureste (dónde está la ermita de San Bartolomé). Además es quizá un poco menos espectacular pero también muy hermosa, sencilla, tranquila y muy relajante, llena de vida natural, flora y fauna.
Nosotros fuimos un grupo de 5 personas. Salimos a las 9 de la mañana desde Espeja en coche y dejamos el coche en el puente de los siete ojos, porque teníamos idea de hacer una ruta circular y volver al mismo puente a la hora de comer.
Según íbamos avanzando por el Cañón nos animamos y acabamos recorriendo los 12 kilómetros de cañón hasta Hontoria del Pinar, para después volver a Espeja haciendo otros 9 por la sierra de Costalago. Ahí cogimos otro coche y fuimos a recoger el que teníamos en el puente de los siete ojos.
Es una ruta muy variada, que empieza recorriendo el Cañón desde abajo, con vistas de las riscas y muchos buitres leonados. Además es una ruta más frondosa que la que va del puente de los siete ojos a la ermita de San Bartolomé, por lo que puede ser muy buena idea en verano cuándo la sombra se agradece. De hecho según se va avanzando la altura de los farallones del Cañón van disminuyendo, hasta el límite con Burgos dónde la caminata se convierte más en bien en un paseo en un bosque junto al río. Además poco antes de llegar a Hontoria se pasa por una recreación de un antiguo chozo como los que usaban los resineros para guarecerse.
En el pueblo de Hontoria del Pinar se pasa por su cruz y su ermita, que tiene unas vistas muy bonitas y dónde paramos a almorzar. Después se baja de nuevo al río y se cruza el puente Campanario, entrando en otro pequeño cañón que nos guía hasta la senda de Espeja.
Sobre la sierra de Costalago se recorre un tramo entre sabinas, con algo de cuesta pero no muy empinada, y se llega hasta la vertiente sur de la sierra, dónde podemos disfrutar de unas espectaculares vistas de la propia sierra, el mar de pinos del valle y las sierras de Segovia y Madrid.
Al bajar la sierra podemos visitar la Cueva de los Ovillos, y tras esto llegamos a una pista forestal dónde vuelve a cambiar el paisaje. Seguiremos la pista hasta la carretera que une Espeja y Espejón, que inicialmente está rodeada de pinares para después pasar junto a monte y los restos de las antiguas minas del famoso Jaspe de Espeja de San Marcelino, que se utilizó en obras tan emblemáticas como Real Monasterio del Escorial en la Comunidad de Madrid.
Acabamos en la carretera, que tomamos a la izquierda, para llegar hasta Espeja tras pasar por el lavadero, el pilón y las ruinas de la ermita de San Roque.
En todo caso, si queréis hacer una ruta más corta por la parte más representativa de esta zona norte del Cañón, os recomendamos la ruta que íbamos a hacer nosotros inicialmente, que os ponemos a continuación. Es también muy fácil de seguir, pues consiste en seguir la Senda del Río por la zona de reserva hasta dónde hay carteles para desviarse, que indican hacia el Torcón, dónde se siguen de nuevo los carteles que indican al puente de los siete ojos. De este modo se recorren un total de 15 kilómetros empezando por la parte baja del cañón y volviendo por arriba.
En todo caso, cómo podéis ver y cómo siempre os decimos, el parque natural del Cañón del Río Lobos tiene mil maravillas por descubrir, más allá de la conocidísima ermita templaria de San Bartolomé ¡NO OS LAS PERDÁIS!