El 15 de mayo de 2003, fue la fecha en que, sin ningún objetivo predefinido, más allá de nuestro afición por el pueblo, firmamos la escritura de compra de la vieja casa de la calle Real nº 51 de Espeja de San Marcelino.
Esta era su fachada
A la izquiera la vivienda que ocupaba la planta que daba a la calle.
A la derecha el corral.
En la planta alta de éste estaban los aperos de labranza y la paja y en la planta semisótano la leña y animales.
También destinaban para animales el semisótano bajo la vivienda.
Había una rampa descendente que daba acceso a la planta semisótano y al patio. Esto era común a otros edificios del pueblo dada su orografía.
El primer entretenimiento que nos dió fue quitar la hiedra que ocupaba toda la pared que daba al noroeste y que incluso penetraba por ella y avanzaba por el tejado.
Limpiamos la paja que había en el corral, en la planta de arriba, sacamos la leña de la planta de abajo, que utilizamos para nuestra estufa y allí apareció, boca abajo, como un tronco, la pesebrera que ahora tenemos como asiento en el merendero abierto.
Adquirida la casa, inicialmente compramos unas pocas gallinas para tener huevos para nuestro consumo y quizás regalar alguno a nuestra familia o amigos.
Éstas las pusimos en un habitáculo que ocupaba el espacio de la chimenea de campana, hicimos un agujero en la pared para que pudieran salir al patio y pusimos una alambrada para que no entrasen sus enemigos naturales, con facilidad, a por ellas.
Otras imágenes del interior
Y la esquina del patio
¿Quién la identifica, en esta página, más arriba?