La Yecla – Santo Domingo de Silos – Salas de los Infantes – Hacinas

Una ruta variopinta que nos permite conectar con la naturaleza, el desfiladero de la Yecla, la historia, la gastronomía y a su vez relajar el espíritu en el Monasterio de Santo Domingo de Silos.

Partimos de las casas rurales La chimenea de Soria I y II en Espeja de San Marcelino en dirección a Huerta de Rey en la vecina provincia de Burgos. El primer pueblo que nos encontramos es La Hinojosa. Avanzamos en dirección a la provincia de Burgos, siguiendo el camino que recorrían los lugareños para ir los lunes al mercado de Huerta que se celebraba en la plaza de toros. Era un mercado de corte agrícola y ganadero donde se compraban y vendían lechones, alubias, … En el camino, ya en el municipio de Huerta quedan restos de los refugios que este pueblo puso a disposición de los viajeros que acudían al mercado. Asimismo, a medio camino ente La Hinojosa y Huerta de Rey, en un pequeño vallejo del cerro, a mano derecha según se va, puede divisarse El Campanario, con estructura para colocación de una campana sobre una roca elevada sobre el suelo. Parece que hubo una población llamada San Martín de Tormillos.

Sierra de la demanda

En Huerta de Rey tomamos parte del Camino del Cid denominado El Destierro. Se trata de la ruta alternativa por carreteras asfaltadas que transcurre prácticamente paralela a la etapa 5 entre Huerta de Rey Santo, la Yecla y Domingo de Silos, sobre la que tenéis más información aquí.

Entramos en Huerta y en el puente tomamos la carretera en dirección a Salas de los Infantes. Pasado el pueblo y en un área recreativa cogemos a la izquierda en dirección a Pinarejos, que es un área recreativa con una ermita a la que acuden de romería los vecinos de Arauzo de Miel.

Área recreativa Pinarejos

Siguiendo la carretera llegamos a Mamolar. En esta hay que buscar la desviación hacia Peñacoba y pasada ésta localidad descendemos hasta el entronque con la carretera BU-910. Tomándola, a mano derecha, nos encontramos con el aparcamiento del desfiladero de la Yecla, justo antes de los túneles horadados en la roca. Merece la pena hacer el recorrido por este desfiladero de la Yecla, que podría considerarse, por tamaño, un hermano mayor del de La Torca de nuestro pueblo (dónde está la vía ferrata de la pasarela de Espeja)

Desfiladero de la Yecla

Tras un paseo por el interior del desfiladero de la Yecla seguimos hacia Santo Domingo de Silos. Vemos la abadía y escuchamos a los monjes, según lo que hayamos planificado. Conviene comprobar antes los horarios en su página web. Se recomienda también descender un poco desde la entrada para ver el antiguo lavadero.

Monasterio de Santo Domingo de Silos

Lavadero de Santo Domingo de Silos

El viaje continua por una hoz sembrada de nogales en dirección a Hacinas. Acaba la hoz y nos encontramos con la localidad de Carazo, lugar al que en el siglo XI los infanzones de Espeja se negaron a ir para realizar las anubdas. Este hecho se relata en el «Documento de los infanzones de Espeja» redactado sobre el año 1030 y recogido en la «Historia de la Villa de Espeja» de Eugenio Delgado.

Eugenio Delgado describe a los infanzones como soldados que gozan de algún privilegio jurídico semejante a la hidalguía, y que dependen de la autoridad militar del conde. Como sus súbditos  deben pagar ciertas prestaciones, una de las cuales es el servicio de anubda que consistía en la vigilancia de castillos y fronteras.

El documento original relata que los infanzones de Espeja tenían la obligación de servir anubda en Gormaz, en Osma y en San Esteban. Cuando los musulmanes ocuparon esos castillos se les mandó servirlas en Carazo y Peñafiel como hacían el resto de los infanzones, cosa a lo que se negaron, por lo que el conde de Castilla les sancionó ocupando sus territorios.

Volviendo a nuestra ruta actual, al llegar a la N-234 giramos a la derecha, en dirección a Salas de los Infantes, nombre debido a los siete infantes de Lara. Ahí podemos ver el museo de los dinosaurios y puede ser un lugar adecuado para comer, si no lo hemos hecho en Silos. Por ejemplo el restaurante El Pelayo, además de una exquisita cecina sirve un buen cocido pelendón (los pelendones eran de la tribu celtibérica que habitaban nuestras tierras).

Volvemos sobre nuestros pasos tres kilómetros hasta la localidad de Hacinas en la que pueden verse por sus calles varios ejemplares de árboles fósiles. Continuamos por la N-234 en dirección a Soria, por el camino veremos varios carteles que nos indican que por ahí pasa el río Lobos, hasta que vemos a nuestra derecha el desvío de Navas del Pinar. Al pie de esta localidad está el denominado Pico de Navas, que es el extremo más septentrional y el punto más alto del Parque Natural del Cañón del Río Lobos.

Plaza de Hacinas árbol fósil

Continuando nuestro viaje entramos en la provincia de Soria por el término municipal de Espejón. En este pueblo giramos dos veces a la izquierda, enfilando el pico llamado Castillo de Espejón por los de este pueblo y que se transforma en el Castillo de San Asenjo una vez que hemos entrado en los dominios de Espeja. A su pie está el despoblado de San Asenjo del que aún quedan algunos naturales vivos.

A tres kilómetros, se encuentra nuestro punto de partida.

Tenéis la ruta en Wikiloc aquí y más información sobre esta zona en esta página. En todo caso hay que tener en cuenta que cuando nosotros hicimos la ruta (septiembre 2015) el tramo entre Mamolar e Hinojar de Cervera tenía algunos baches. Aún así se puede ir bien y es una carretera bonita, pero si se quiere conducir más cómodamente se puede tomar el camino alternativo atravesando Arauzo de Miel y Espinosa de Cervera, que es el que recomienda Google Maps.